Luis Padrón // Fotografía proporcionada por el autor
En México, hablar de impuestos suele despertar más incomodidad que conciencia. A menudo se perciben como una carga, una obligación impuesta por un sistema distante o poco confiable. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre su verdadero sentido: los impuestos no son un castigo, sino una herramienta de solidaridad y construcción colectiva. Son, en esencia, nuestra contribución por vivir en sociedad.
Hoy más que nunca, urge replantear la relación que los ciudadanos tenemos con el fisco. Además de exigir transparencia en el gasto público o eficiencia en los servicios; es necesario también formar generaciones que comprendan —desde temprana edad— qué son los impuestos, para qué sirven y por qué son fundamentales para una democracia funcional.
Esta es la convicción que nos impulsa desde el Instituto de Contadores Públicos de Nuevo León (ICPNL), donde recientemente lanzamos una iniciativa sin precedentes: la Semana de la Cultura Tributaria 2025.
Esta iniciativa no se limita a una serie de eventos. Se trata de un movimiento educativo, social y legislativo que busca sembrar, desde las aulas, una nueva narrativa fiscal
Entre el 1 y el 5 de septiembre llevaremos a cabo talleres en escuelas primarias y secundarias, foros universitarios, charlas para emprendedores, campañas en redes sociales y una intensa difusión en medios de comunicación. Contaremos con el respaldo de universidades, organismos profesionales y, sobre todo, con una red de voluntarios del ICPNL: los Embajadores de la Contaduría.
Estos embajadores no irán solo a hablar con estudiantes de contaduría o negocios. Irán a compartir su experiencia con futuros médicos, ingenieros, diseñadores, abogados. Porque la cultura tributaria no tiene que ser un tema exclusivo de especialistas; es parte del bagaje ciudadano que todos necesitamos para participar activamente en la vida pública. Entender los impuestos es entender cómo funciona el país. Y entenderlo desde jóvenes es la base para construir una ciudadanía más consciente, crítica y participativa.
Pero nuestra propuesta va más allá de los eventos y la sensibilización: impulsaremos una iniciativa de ley para incorporar la educación tributaria como contenido obligatorio en los planes de estudio de nivel básico en el estado de Nuevo León.
Lo que proponemos es una política pública necesaria, basada en experiencias internacionales exitosas. En Perú, por ejemplo, la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (SUNAT) impulsa programas escolares desde hace unos años. En España, la Agencia Tributaria colabora con centros educativos para promover valores fiscales entre niños y adolescentes. En Japón, la educación fiscal está integrada como parte de la formación ciudadana desde primaria. México ha dado pasos importantes en materia de educación financiera, pero seguimos relegando la dimensión tributaria del conocimiento cívico.
Integrar la cultura fiscal en la educación básica no significa enseñar contabilidad a niños. Significa formar criterios, valores y nociones elementales: ¿por qué pagamos impuestos? ¿Qué servicios se financian con ellos? ¿Qué implica evadir o incumplir? ¿Cómo exigir que se usen correctamente? Estas preguntas, formuladas con pedagogía adecuada, pueden —y deben— ser parte de la formación integral de nuestras niñas, niños y adolescentes.
Desde el ICPNL estamos convencidos de que esta transformación no puede hacerse desde la imposición. La cultura contributiva no se impone, se educa. Por eso, hacemos un llamado respetuoso pero urgente a las autoridades educativas, a las universidades, a los legisladores locales, y a toda la ciudadanía interesada en construir un mejor país: es momento de institucionalizar esta visión. Es momento de educar para contribuir.
A quienes piensan que esta propuesta es idealista, les respondemos que precisamente lo que más necesita México son ideales que se traduzcan en acciones concretas. La evasión fiscal, la informalidad y la desconfianza hacia el sistema tributario no son solo problemas técnicos: son síntomas de una desconexión profunda entre la ciudadanía y el Estado. Combatirlos requiere más que controles y sanciones. Requiere una pedagogía fiscal que empiece en la niñez y se sostenga a lo largo de la vida.
La “Semana de la Cultura Tributaria 2025” es apenas el primer paso. Lo que está en juego no es solo una reforma educativa, sino una apuesta por una ciudadanía más informada, corresponsable y empoderada. Porque los impuestos no son cosa de adultos. Son, como la educación misma, una inversión en el futuro.
Invito a todas y todos quienes quieran ser parte de este esfuerzo—ya sea como docentes, aliados institucionales, jóvenes universitarios o recién egresados—a unirse desde donde estén. Las grandes transformaciones inician con pequeños compromisos. Y esta es una causa que merece ser compartida y replicada.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial del ICPNL.
El autor es Presidente del Instituto de Contadores Públicos de Nuevo León (ICPNL).
Contacto: [email protected]
Información recibida por el periódico El Financiero, 27 de Mayo del 2025